Aquella tarde él estaba extraño. Desde el momento mismo en que cruzó la puerta me percaté de que algo pasaba. No quise preguntar, siempre es mejor darle tiempo. Ustedes lo conocen, las palabras hay que sacárselas con tirabuzón y le encanta jugar a las adivinanzas. Tiene esa costumbre de los silencios largos. De hacerte esperar una eternidad después de cada punto. Le gusta jugar a la intriga. Espera hasta que el corazón te lata tan fuerte que él pueda escucharlo desde cualquier esquina de la habitación y recién ahí, en ese momento en que uno se apresta a languidecer y explotar en llanto, justo ahí larga la primera palabra.

1 comentarios cómplices:

Maju dijo...

Por favor... me hizo acordar a un par de cosas