Si Julieta hubiese tenido teléfono móvil, le habría escrito un
mensajito de texto a Romeo en el capítulo seis:
M HGO LA MUERTA,
PERO NO STOY MUERTA.
NO T PRCUPES NI
HGAS IDIOTCES. BSO.

Y todo el grandísimo problemón dramático de los capítulos siguientes
se habría evaporado. Las últimas cuarenta páginas de la obra no
tendrían gollete, no se hubieran escrito nunca, si en la Verona del
siglo catorce hubiera existido la promoción “Banda ancha móvil” de
Movistar.


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