Cuando yo era chiquito me gustaba mucho pasar fines de semana enteros en la casa de mi abuela. Iba el viernes a la tarde y me quedaba hasta el domingo, cuando venían mis padres, y toda la familia grande se juntaba a comer hasta ahitarse, y ahí sí, a volver a casa a lustrar los zapatos y hacer los deberes para volver el lunes al colegio.

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