Hace poco leí una historia sobre Mark Twain. Contaba que el escritor tenía un carácter explosivo y que cuando se enojaba con alguien, le escribía una carta y la guardaba. Se daba tres días para pensarlo. Transcurrido el plazo, la mandaba o la rompía. Y eso que en el siglo XIX tenían tiempo de pensarlo mejor camino al correo. Ahora es solo “Enviar” y listo (listo el desastre :-( )

2 comentarios cómplices:

fea dijo...

Tal cual !!
Para mandarse una cagada... un ratito, alcanza y sobra.
Porsupuesro, siempre te das cuenta en el preciso instante en el que apretaste el “enviar”

Anónimo dijo...

Gracias por citarme. Realmente un blog original :-)
Un beso