En mi caso, quien llenaba el arbolito de regalos a las 11:58 era mi abuela, y jamás en la vida la pudimos enganchar. Con uno de mis primos que tenía la misma edad, hacíamos operativos comando con vigilancia, trampas y mil giladas más. Todas al pedo. Supimos que era mi abuela porque muchos años después lo confesó mi vieja; recién ahí le solté las cadenas, la dejé ir al baño y le di agua.

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