Así pues, procure el político cumplir sus promesas pero sin dudar en apartarse de ellas en las frecuentes ocasiones que, de seguirlas, pondría en riesgo su permanencia en el poder. Téngase en cuenta que los hombres juzgan en función del resultado de las acciones y por tanto, si un político acierta (o consigue que sus actos se perciban como tales) se tendrán por honrosos los medios que ha empleado y se olvidarán las promesas previas, ya que el vulgo siempre se deja seducir por el éxito.

4 comentarios cómplices:

Verónica Molina dijo...

Ay, sí, pareciera que llegar al éxito es más importante que cumplir las promesas. En los momentos maquiavélicos del ayer, y en los de hoy también.

Diego dijo...

Un poco rebuscada la redaccion, pero la idea es perfecta!
Saludos!

Lucas Fulgi dijo...

Los gobernantes son parte del pueblo. A veces la gente se olvida que también tiene que actuar.

Fede dijo...

Que gusto da este blog!
Saludos!