Los desperfectos comienzan a kilómetros de distancia de cualquier lado. Primero un ruido, un traqueteo, como de algo suelto. Después el motor se queja, reprocha el gran esfuerzo que está haciendo. Un esfuerzo enorme; pero, aún así, la velocidad no para de disminuir. Hasta que el auto se detiene. El motor gruñe, el caño de escape tose. Silencio.
Llave. Contacto. El motor: un caballo viejo que relincha. Y muere.
Llave. Nada. El caballo está muerto. Enterate.
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Conste que la frase no es de mi autoría, simplemente me gustó y la robé para este blog.
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