dietas

La industria de las dietas, que factura 350.000 millones de dólares por año y no deja autoestima con cabeza, nos hace pensar que es saludable que una mujer tenga que comer un yogurt SER de almuerzo. Déjenme decirles una cosa: mis alumnos vomitan cosas que tienen mejor aspecto que un colchón de frutas.

Así que la próxima vez que una mina, como yo, las mire altaneramente desde la superioridad moral que nos dan las ensaladas, sepan que, en realidad, envidian las curvas de un alfajor, la textura aterciopelada del chocolate, el orgasmo decadente que presupone una hamburguesa.

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