¿A quién no le molesta tener que lidiar con los impenetrables menúes de un 0800  o símil, para llegar a ser atendidos por una persona que pueda resolvernos un problema? ¿A quién no le frusta que, una vez superada la odisea de lograr ser atendido, la persona que está del otro lado del teléfono no tenga cómo brindar una solución y nos transfiera sin dar explicaciones? El sistema es perverso. Pero quienes, con una supuesta sonrisa, nos saludan y nos preguntan en que pueden ayudarnos, en la mayoría de los casos, no tienen la culpa. Y lo digo con conocimiento de causa.

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