Yo te advierto: la mutación de joven exitosa, trabajadora, bonita y divertida a vieja gorda en batón y ruleros no avisa, no toca el timbre ni pide permiso. Pasa directo. La mutación es atolondrada y repentina. Se lleva todo por delante y te deja culo pa´l norte. Te olvidaste de la belleza y la jovialidad y entraron en tu rutina cotidiana el té de boldo y las tres o cuatro almohadas para mirar televisión y el dolor de cintura a la mañana, oh, qué dolor, debo haber dormido toda doblada.
Asi es como un día, te ves a vos misma pero ya no sos la misma. Estás en la panadería, pidiendo criollos (o libritos, diría mi madre) y mientras con la boca decís "dame esos, y esos, los blanquitos" y preguntás si los hicieron hoy, con los oídos estás tratando de escuchar lo que cuenta la cajera de la panadería.