miércoles, 27 de julio de 2011

Los desperfectos comienzan a kilómetros de distancia de cualquier lado. Primero un ruido, un traqueteo, como de algo suelto. Después el motor se queja, reprocha el gran esfuerzo que está haciendo. Un esfuerzo enorme; pero, aún así, la velocidad no para de disminuir. Hasta que el auto se detiene. El motor gruñe, el caño de escape tose. Silencio.
   Llave. Contacto. El motor: un caballo viejo que relincha. Y muere.
   Llave. Nada. El caballo está muerto. Enterate.

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