Cuando te hacés viejo querés dormir. No querés ser un rockstar, querés ser un oso y querés dormir. No mucho eh, no te digo 17 horas seguidas, no. Ocho, nueve, lo normal. Pero qué pasa, tenés un pibe. Y a él no le parece un gran plan dormir toda la noche. Para él está buenísimo despertarse, qué se yo, cada una hora, ponele, para ver si está todo bien. Y se ve que no encuentra todo bien porque muchas veces llora, ¿sabés? Y hay que explicarle que no pasa nada, que vuelva a dormir y que ya va a tener tiempo de ser rockstar, pero no, el pibe quiere arrancar la carrera de tempranito.