Pero el uniforme nos homogeniza, nos aliena, nos hace parecer a todas las mismas pelotudas, nos borra los rasgos, anula nuestras diferencias y no las diferencias de clase, que es la excusa de muchos uniformadores, porque si alguna tiene más plata que otra va a venir con una cartera más cara, lo que suprime es nuestra diversidad. El uniforme nos disfraza de iguales, destiñe nuestro color y el color de los otros.
(...)
Acá no importa de dónde somos, mientras no se note que algunos se vienen todos los días desde Isidro Casanova.
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