El olvido empieza en el pequeño detalle de distancia que ya no significa nada. La cuchara con mermelada que solo es eso; el café que no corresponde a nadie. Y de a poco el olvido borra lo pequeño, que es lo directo.
En esas cosas es donde se cortan las fibras. Ahí se siente que se puede desenraizar lo enraizado.
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