viernes, 15 de octubre de 2010

Mis intenciones no estaban claras, al menos yo no sabía qué pretendía hacer. Uno suele olvidarse. Uno siempre olvida. Y ese día mi mente se congeló y no supe qué decir. Quizá estaba muy envuelta en mis pensamientos. En mis fantasías superfluas. Inventando sueños, inventando sonetos bizarros, no wave, blues, ecos, extravagancia. Una oda al delirio de la pasión. Yo me enredo en cada centímetro de mi mañana fría, banal y maldita, como una esquizofrenia pasiva, como una flor marchita, quién sabe... mocca caliente, Billie Holiday, Marlboro rojo, gatos negros, impasibles moralistas. ¿Quién? ¿Quién? Es verdad que a veces soy otra, y cuando lo abrazo no siento mariposas, siento... Eso sólo lo sé yo. Y la lluvia cae mientras nos besamos. Es que la nicotina no sabe a nada, no sabe a tí.
Es que muero de miedo, muero de hambre.
Es que tengo ganas de darte un abrazo fuerte que succione tu alma, y atrapar tu lengua en un beso frenético, porque en tus labios mueren mis ansias y mis melancolías. Es que caminábamos y yo no podía creerlo, no podía. Y miré la luna, y me perdí.

Es que te amo

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