Te juro que hasta que no me echaste toda esa fiereza animal encima, esa venganza acumulada en las tripas, no me imaginaba que temblabas como tiemblan mis sueños de madrugada ni que tenías adentro un ejército de melodías entrenado para doblegar al más poeta; que podía haber un vos y yo y una pierna sobre la otra, y un todo contra la pared en una argamasa de aliento, mordidas y ojos extrañados por mirarse mientras gozan de un paraje prohibido; que la fiesta podía dejar de ser un departamento repleto de especímenes megaproducidos y megaislados de la realidad, música mala y encima a bajo volúmen y convertirse en juego de supervivencia primitivo, en una guerra entre dos en la que se combate centimetro a centimetro con besos de caramelo y en la que las lenguas invasoras dejan la vida en cada trinchera codiciosas de apropiarse, por lo menos por esta vez, de un pedazo de cuello de arena tibia.
1 comentarios cómplices:
Gracias por pasar y cometar.
que andes bien, un abrazo!
pdt: me gusta lo que haces, voy a seguir pasando!
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